MENSAJE DEL OBISPO ARQUIDIOCESIS DE BUCARAMANGA MES DE FEBRERO




                                    




LA VOZ DEL PASTOR






Queridos hermanos y hermanas: hemos iniciado el tiempo de cuaresma en el que somos invitados a la conversión, por la renovación de nuestro bautismo, para actualizar también 
nuestra participación en la pascua el Señor, su muerte y 
resurrección.

El énfasis de este mes lo hacemos a partir del texto sugerido
 de la primera carta a los Corintios, sobre la Iglesia como 
Cuerpo de Cristo. En efecto, en el capítulo 12, San Pablo en
 una profunda reflexión sobre la diversidad de miembros, carismas y ministerios que se dan en la vida de la comunidad cristiana, como don del mismo Espíritu, afirma: “como el cuerpo, que siendo uno, tienen muchos miembros, y los miembros, siendo muchos, forman un solo cuerpo, así también Cristo” (I Cor 12,12).

Qué importante es meditar sobre nuestra pertenencia a Cristo, a su cuerpo que es la Iglesia, y en ella la ubicación, misión, dones, carismas, y funciones específicas que, compartidas armoniosamente con los demás miembros, con el ministerio apostólico a la cabeza, y animados por la vida de Dios y de su Espíritu, permiten permanentemente la construcción de la comunidad eclesial como signo de unidad en el mundo.

En el bautismo podemos decir, que se ha producido esta vinculación y pertenencia a la vida de Jesucristo, muerto y resucitado que, simultáneamente, nos une en comunión profunda con todos los demás hermanos y hermanas que han sido bautizados en el mismo Espíritu. Esta unidad con Cristo y entre nosotros, se expresa de una manera maravillosa cuando participamos en la “fracción del pan” o Eucaristía: “porque el pan es uno, somos muchos un solo cuerpo, pues todos participamos de ese único pan” (I Cor 10,17).

Por otra parte, sí bien es cierto destacamos la unidad del cuerpo, es bueno también verificar la riqueza que para la Iglesia significa la diversidad de ministerios y la variedad de dones que el Espíritu Santo reparte para el bien de todos. Esto nos permite a cada uno de los miembros de la Iglesia, reconocer, valorar, agradecer y ofrecer lo que personalmente hemos recibido de Dios para el servicio de la comunidad.

Así mismo, esta multiforme riqueza, es un motivo  para reconocer la dignidad de cada uno dentro del Pueblo de Dios y también para recordar la urgencia de participar y aportar lo propio con responsabilidad,  en las diversas formas de apostolado y actividades que se realizan en las parroquias, grupos y pequeñas comunidades, siguiendo la orientación que nos une en un mismo plan de pastoral.

Celebremos la Semana Santa, pascua del Señor, afirmando nuestra pertenencia, participación, comunión y misión en su Cuerpo que es la Iglesia. Con mi fraterno y pascual saludo.



† ISMAEL RUEDA SIERRA
Arzobispo de Bucaramanga